Paralelamente, los usuarios reclaman que no sea obligatorio,
pues tras veinte años de implantación, no están demostrados sus
beneficios y sí el fracaso del sistema de bicicletas públicas
FOTO: Contraste entre la naturalidad de un ciclista y la
uniformidad del policía. Un ciudadano responsable en sus
hábitos es convertido en negligente por una ley que sólo
existe en unos pocos países con muy poca tradición ciclista,
pues la bici está prohibida para quien no lleve casco.
Colin Jensen, el alcalde de Brisbane, la tercera ciudad más
grande de Australia con más de dos millones de habitantes, ha
informado al gobierno del estado de Queensland, el pasado mes de
agosto, que su ayuntamiento apoya una relajación de la ley que
requiere el uso de cascos. Su declaración se produce tras el
continuado y costoso fracaso del sistema de bicicleta pública de
la ciudad - llamada CityCycle.
Mientras tanto, la principal organización de ciclistas en Nueva
Gales del Sur –el Estado más poblado de Australia– ha pedido una
revisión de la legislación que requiere que todos los ciclistas usen
casco.
Después de más de 20 años de casco obligatorio en Australia, la
organización ‘Bicycle NSW’ exige una revisión de la legislación y
su derogación, si no se pueden identificar beneficios netos para
la salud pública.
La asociación pide que sus miembros respeten la legislación vigente
y que sigan usando casco, pero ha pedido al gobierno que detenga
todas las campañas de promoción de su uso, ya que disuaden a la
gente de salir en bici. La asociación también ha pedido una exención
inmediata del uso obligatorio del casco para todos los ciclistas que
utilizan bicicletas publicas en Melbourne y Brisbane (ambos han
fracasado, por su baja utilización).
En su sitio web, la asociación ‘Bicycle NSW’ declaró que: ‘Es
difícil cuantificar el daño que han hecho al ciclismo las leyes
obligando el uso de casco. Si bien la comunidad médica y las
organizaciones de automovilistas están fomentando el uso del casco,
poco peso se le ha dado al hecho de que todos los países en los que
se observa un alto número de ciclistas permiten a los adultos a
montar en bicicleta sin casco. Si queremos aprender de las mejores
prácticas mundiales, los ciclistas deberían tener la libertad de
optar a viajar sin casco’.
Los seis estados federales de Australia (con la excepción del
Territorio del Norte) aprobaron leyes obligando a todos los
ciclistas a usar casco en la década de 1990, y el número de
ciclistas se redujo en un 30 por ciento. El único país que sigue el
ejemplo de Australia ha sido Nueva Zelanda.
En las imágenes podemos ver parte de los
efectos disuasorios de una Ley así, mediante la vigilancia y la
sanción policial. Abajo las máquinas autoventa de cascos, que
suponen una complicación adicional para mantener un sistema de
bicicletas públicas al que se le condena al fracaso. En
definitiva, toda la sociedad pierde los beneficios y vidas que
salva el uso frecuente de la bicicleta que, en salud, seguridad
vial y medio ambiente son muy superiores a las vidas que salva
el casco, ineficaz ante la mayoría de atropellos.
Para más información (en inglés) vea:
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