jueves, 5 de septiembre de 2013

El alcalde de la tercera ciudad más grande de Australia pide una relajación de la legislación que impone el uso del casco a los ciclistas


Paralelamente, los usuarios reclaman que no sea obligatorio, pues tras veinte años de implantación, no están demostrados sus beneficios y sí el fracaso del sistema de bicicletas públicas
 


FOTO: Contraste entre la naturalidad de un ciclista y la uniformidad del policía. Un ciudadano responsable en sus hábitos es convertido en negligente por una ley que sólo existe en unos pocos países con muy poca tradición ciclista, pues la bici está prohibida para quien no lleve casco.

Colin Jensen, el alcalde de Brisbane, la tercera ciudad más grande de Australia con más de dos millones de habitantes, ha informado al gobierno del estado de Queensland, el pasado mes de agosto, que su ayuntamiento apoya una relajación de la ley que requiere el uso de cascos. Su declaración se produce tras el continuado y costoso fracaso del sistema de bicicleta pública de la ciudad - llamada CityCycle.

Mientras tanto, la principal organización de ciclistas en Nueva Gales del Sur –el Estado más poblado de Australia– ha pedido una revisión de la legislación que requiere que todos los ciclistas usen casco.
Después de más de 20 años de casco obligatorio en Australia, la organización ‘Bicycle NSW’ exige una revisión de la legislación y su derogación, si no se pueden identificar beneficios netos para la salud pública.

La asociación pide que sus miembros respeten la legislación vigente y que sigan usando casco, pero ha pedido al gobierno que detenga todas las campañas de promoción de su uso, ya que disuaden a la gente de salir en bici. La asociación también ha pedido una exención inmediata del uso obligatorio del casco para todos los ciclistas que utilizan bicicletas publicas en Melbourne y Brisbane (ambos han fracasado, por su baja utilización).

En su sitio web, la asociación ‘Bicycle NSW’ declaró que: ‘Es difícil cuantificar el daño que han hecho al ciclismo las leyes obligando el uso de casco. Si bien la comunidad médica y las organizaciones de automovilistas están fomentando el uso del casco, poco peso se le ha dado al hecho de que todos los países en los que se observa un alto número de ciclistas permiten a los adultos a montar en bicicleta sin casco. Si queremos aprender de las mejores prácticas mundiales, los ciclistas deberían tener la libertad de optar a viajar sin casco’.

Los seis estados federales de Australia (con la excepción del Territorio del Norte) aprobaron leyes obligando a todos los ciclistas a usar casco en la década de 1990, y el número de ciclistas se redujo en un 30 por ciento. El único país que sigue el ejemplo de Australia ha sido Nueva Zelanda.


En las imágenes podemos ver parte de los efectos disuasorios de una Ley así, mediante la vigilancia y la sanción policial. Abajo las máquinas autoventa de cascos, que suponen una complicación adicional para mantener un sistema de bicicletas públicas al que se le condena al fracaso. En definitiva, toda la sociedad pierde los beneficios y vidas que salva el uso frecuente de la bicicleta que, en salud, seguridad vial y medio ambiente son muy superiores a las vidas que salva el casco, ineficaz ante la mayoría de atropellos.


Para más información (en inglés) vea:




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