sábado, 11 de junio de 2011

Multado por salirse del carril bici

Muchos son los que conocen el carril bici como única medida subordinada a la bicicleta. Con toda su buena voluntad, algunos políticos poco informados defienden a capa y espada la creación de carísimos carriles bici para el disfrute de los incipientes ciclistas. Otros políticos, en cambio, simplemente encargan cualquier chapuza carísima también, le llaman carril bici y obligan a los ciclistas a circular por ello, con el fin de quitar de en medio esas bicicletas tan molestas para los impacientes automovilistas, que pagan sus impuestos y no quieren intrusos en sus dominios. Se agrava el asunto cuando se cubren aceras de verde y se obliga a peatones y ciclistas a pelear por el mismo espacio, como es el caso de Huesca.
Esos carriles bici tan caros son la coartada perfecta para no aplicar otras medidas mucho más baratas que facilitarían mucho la circulación de ciclistas por toda la ciudad y no sólo por las zonas habilitadas correctamente mediante carriles bici. Hablamos de marcar itinerarios alternativos, permitiendo la circulación en doble sentido para las bicis en las calles de un sólo carril, limitando la velocidad máxima a 30 por hora, fomentando la convivencia mediante campañas de comunicación, instalando aparcabicis cada pocos metros, permitiendo la intermodalidad bici+transporte público, instalando aparcamientos cerrados en las estaciones, etc.
Por el mismo presupuesto del carril bici del Perpetuo Socorro de Huesca, 239.000 euros del Plan E, se podría haber instalado unas 2.400 plazas de aparcamiento para bicis, el doble de las que Huesca en Bici solicitaba. Sin embargo, sólo conseguimos cubrir 376 plazas como mejora de obra de un carril bici al que nos opusimos por innecesario y porque creaba varios puntos negros en su trazado. El resultado es que hemos desperdiciado 239.000 euros en una obra que no mejora en casi nada la ciclabilidad y tenemos el resto de la ciudad igual que antes. No obstante, se aprovechó para remodelar el acceso de vehículos al Hospital Provincial, incluyéndolo en el presupuesto del carril bici, de modo que se vulneró la norma del segundo PlanE, que sólo financiaba obras de carácter medioambiental. Por cierto, el Ayuntamiento de Huesca y otros edificios públicos siguen sin aparcabicis a pesar de haberse aprobado por unanimidad dos mociones instando a su instalación (Par, 2006 y Chunta, 2008).
A los ciclistas que piden insistentemente la instalación de más carriles bici les advertimos que estos segregan al ciclista, impidiéndole utilizar la calzada con normalidad (ver los nazis y el carril bici); que la mejor medida para circular seguro es la presencia de más ciclistas en la calzada y la educación vial de todos los usuarios, así como asociarse para defender sus intereses -en los países nórdicos y centroeuropeos la mayoría de los ciclistas están asociados. A los políticos despotas (por el pueblo pero sin el pueblo) les avisamos de que estamos aquí para que cuenten con nuestra opinión. 

viernes, 10 de junio de 2011

De cómo Joaquín Costa introdujo la bicicleta en España

Joaquín Costa (Monzón, 1846-Graus, 1911) era un hombre impredecible, dotado de una curiosidad insaciable y de una infinita voluntad de saber. Y eso le llevó a ser el introductor de la bicicleta en España. O, como mínimo, uno de sus principales precursores. Costa era curioso, inteligente y trabajador. En 1867 cumplió uno de sus primeros sueños: gracias a la intercesión del cacique oscense Manuel Camo, que lo recomendó, acudió a la Exposición Universal de París como uno de los doce «artesanos discípulos observadores» invitados por el Gobierno de España; fue como albañil con 25 pesetas para el viaje y 150 para toda la estancia.
El joven de poco más de 20 años vivió nueve meses en la capital del Sena: según señala George Cheyne en ’Joaquín Costa, el gran desconocido’ (Ariel, 2011) salió de Madrid el primero de marzo y regresó a España a finales de noviembre. Costa escribiría en 1868 en su ’Diarios’: «El año de 1867 ha sido el año del despertar de mi entendimiento (?). En Francia he concluido de aprender lo que son grandes obras y grandes empresas; he aprendido lo que son y lo que saben los franceses; he visto emperadores y he alternado con sabios; he ’conocido’ a los españoles y hablado con extranjeros de todas las naciones». Cheyne cita a Ramiro de Maeztu, que afirma que este viaje a Francia le llevó a trabajar «como un cíclope desde 1867 a 1898», porque «le reveló la distancia en riqueza y en cultura que separaba nuestra patria del mundo europeo».

Vista de la bicicleta de Michaux

Un hiperactivo en París
Joaquín Costa añadía detalles sobre las escasas horas que dormía, sus dolencias y el afán de hallar el afecto y la compañía de una mujer. Pensaba en Pilar, su novia altoaragonesa, a quien le había comprado unos pendientes, y evocaba «un dulce recuerdo de mi amor puro». Allí hizo muchas cosas: leyó, frecuentó conferencias, asistió a cursos de mecánica aplicada, agricultura, química, ingeniería rural, coleccionó semillas y habló con especialistas de casi todo.
Pero quizá uno de sus grandes descubrimientos en su estancia parisina fue que en la Exposición Universal de 1867 vio las nuevas transformaciones de la bicicleta. Buen dibujante, se dice que sacó un papel de fumar y que copió el aparato que había creado Ernest Michaux en 1860, la primera bicicleta a pedales, la ’michaulina’. Nada más regresar, en 1868, en la imprenta Arizón, publicó las ’Ideas apuntadas en la Exposición Universal de 1867 para España y para Huesca’.
Agustín Sánchez Vidal, estudioso de la obra literaria de Costa, dice: «La noticia del diseño del velocípedo (antecedente de la bicicleta), que Costa envió a unos amigos oscenses, la recoge Vicente Cajal, en su libro ’Un oscense’ (Imprenta Provincial, Huesca, 1967). Según él, la primera bicicleta de España, con el nombre de ’velocífero’, la habría construido el mecánico oscense Mariano Catalán, basándose en el diseño que Costa había hecho sobre un papel de fumar, tomándolo del natural en la exposición parisina». En este extremo han coincidido diversos especialistas y estudiosos oscenses: Julio Brioso, Luis Gracia Vicién, Juan Carlos Ara (que prepara la edición de sus ’Diarios’), Bizén d’o Río... El propio José Antonio Llanas, ex alcalde de la ciudad de Huesca y erudito local, escribiría en un artículo publicado en ’Nueva España’ de Huesca en 1978 que el padre de un costista célebre como ’Silvio Kossti’, llamado Francisco Bescós, manejó uno de estos velocípedos, con el que arrolló a un peatón oscense de nombre ’el Miñón’», en el Paseo de la Estación, causándole la muerte. Añade Sánchez Vidal: «La víctima está enterrada en el antiguo cementerio de ’Las Mártires’ de Huesca, y en la lápida pone: Tomás Félix ’El Miñón’. Pepín y Antonio Bello contaban que su padre y Silvio Kossti (el seudónimo era un homenaje a Costa: su verdadero nombre era Manuel Bescós Almudévar) habían fabricado una bicicleta con el diseño de Costa». El experto en ciclismo Ángel Giner afirma que Huesca es la pionera en la construcción de bicicletas en España, a raíz del dibujo de Joaquín Costa, y ha precisado que el mecánico «y herrador» Mariano Catalán, con sus hermanos Nicomedes y José, reprodujo tres bicicletas «y fueron una gran novedad».
Una excursión histórica
La estudiosa María José Calvo Salillas, en su texto ’El Círculo oscense y el modernismo. La historia de un siglo’, registra una curiosa anécdota: cita a Gregorio Barrio Crespo, secretario oficial de ayuntamiento y compañero de aventuras de Mariano Catalán, y dice que ambos emprendieron una expedición ciclista «histórica» el 20 de marzo de 1868: «A las cuatro de la madrugada parten hacia Zaragoza en la primera excursión de un velocípedo registrada, siendo despedidos por su amigo y futuro cuñado Domingo del Cacho. Los excursionistas llegan hasta la plaza de Santa Engracia, regresando a las cinco de la tarde».
Aquellos croquis de Joaquín Costa iban a recorrer kilómetros de realidad y de leyenda. Eso sí, Huesca contó con el Club Velocipedista Oscense al menos desde 1889, presidido por Juan Antonio Palá, y en 1896 empezó a editarse la revista ’El pedal’, que publicó la correspondencia de Costa con los ciclistas de Huesca y Barbastro.

*Costa visto por Pablo Calahorra.